La ciudad del Cristo Redentor fue elegida por la UNESCO como la primera Capital Mundial de la Arquitectura en 2020. La iniciativa forma parte de un acuerdo firmado entre la UNESCO y la Unión Internacional de Arquitectos (UIA).

Las principales razones por las que Río fue elegida tanto como sede del Congreso como Capital Mundial de la Arquitectura son prácticamente las mismas. En primer lugar, por su patrimonio histórico arquitectónico de más de 450 años, que va desde la arquitectura colonial del nacimiento del país, pasando por el modernismo inspirado en Le Corbusier, hasta la más moderna arquitectura actual los nuevos museos de la ciudad. Y, en segundo lugar, por la potencia del paisaje de esta ciudad maravillosa.

En el próximo Congreso Mundial de la UIA, Río de Janeiro será foro internacional de debate, bajo el lema "Todos los mundos. Un solo mundo" con el objetivo de dialogar sobre el crecimiento de las ciudades en el siglo XXI, afectadas por migraciones, cambios climáticos, nuevas tecnologías, transitoriedad e interculturalidad.

Esta ciudad ha sido siempre un lugar de acogida, abierta tanto a la gran cantidad de extranjeros (europeos en su mayoría) que desembarcaron en Brasil, como las múltiples migraciones internas. Durante todo este tiempo la población ha necesitado todo tipo de edificaciones, transformando el paisaje, y en innumerables ocasiones construyendo asentamientos que se han arraigado en el terreno sin orden ni permiso, sin control ni planeamiento programado.

Durante los años 60 la ciudad recibió grandes migraciones, mayoritariamente procedentes de áreas rurales en busca de trabajo y progreso. En el proceso de urbanización, la población ocupó el suelo de forma desigual. En la periferia, que aumentaba a un ritmo acelerado y sin ningún tipo de infraestructura, se concentraba cada vez más un mayor número de personas.

En la década de los 80, con altas tasas de crecimiento en las favelas, las obras del metro continuaban extendiéndose en las zonas más acomodadas de la ciudad, produciendo barrios más revalorizados y densos. En esta época se da inicio a políticas de protección de áreas de conservación ambiental.

A los 90, se realizaron intervenciones puntuales para dotar de infraestructura a algunos lugares que conformaban pequeñas centralidades y se construyeron vías rodadas para conectar las periferias. Con una escasa inversión en transporte público, la movilidad urbana requería del uso del transporte individual.

A principios de siglo, la ciudad alojó los Juegos Panamericanos, el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, realizando grandes inversiones en áreas deportivas y en infraestructura vial. Además, se realizaron varios proyectos temáticos como la Ciudad de la Samba, la Ciudad de la Música o el ambicioso Puerto Maravilla, la intención era revitalizar ciertas áreas estratégicas de la ciudad.

Actualmente, la ciudad dispone de escasas áreas de expansión, los residentes continúan creciendo y la demanda de viviendas presiona el mercado inmobiliario, provocando mayores densidades urbanas. La población de baja renta que es la que más crece, no tiene lugar donde vivir e invade áreas verdes preservadas. La actual infraestructura no consigue atender las demandas de este crecimiento incontrolado y originan grandes tensiones y desigualdades sociales.

En este contexto de gran metrópoli que necesita de una mejora de las áreas residenciales existentes, un avance en la infraestructura de servicios, transportes públicos colectivos para recorrer las grandes distancias y con más de la mitad de la población viviendo en la periferia, enfrenta el siglo XXI.

Rio, una megalópolis, ejemplo de globalidad y ahora ágora de discusión social, está en el ojo del huracán y se repiensa para hacer de este lugar una ciudad habitable para sus habitantes, además de seguir siendo la ciudad de la samba, el fútbol y el carnaval.

Carlos Arribas, arquitecto. Corresponsal del COAC en Río de Janeiro, Brasil