A lo largo del último tercio del siglo XX en el norte de Portugal se ha producido la propagación gradual de la conciencia protectora en toda la sociedad del patrimonio histórico anónimo. Las transformaciones profundas del tejido productivo, económico y social han ido provocando la obsolencia funcional y a su vez han ido aumentando el valor testimonial y sentimental de esta arquitectura, símbolo de una organización productiva y familiar fundamental en la historia del país. 

Al igual que cualquier área, el norte de Portugal contiene unas características definitorias con unas sutilezas que la han conferido el carácter que lo identifica con esta zona tan concreta y particular. Se trata de un saber técnico profundamente anclado a esta zona que se han creado a través de unos principios bajo los cuales se estableció la tradición local como resultado de la creación de asentamientos humanos sostenibles resultado de factores ecológicos y culturales.

El patrimonio arquitectónico auna multitud de papeles en las sociedades eurocéntricas. Este reconocimiento es de vital importancia para poder plantear la naturaleza de las intervenciones en el patrimonio que a lo largo del tiempo serán necesario realizar tanto para mantenimiento como para adaptación a las nuevas realidades que vayan surgiendo. Así como para comprender las referencias culturales que han conformado los modelos cognitivos de la colectividad.

En resumen lo que subyace es que el patrimonio arquitectónico encarna universos simbólicos que contienen rasgos identificatorios, relacionales e históricos. Sus formas e imágenes generan, lo que se conoce como seguridad ontológica, es decir, la confianza en la continuidad del pasado, presente y futuro, y que las conecta con las prácticas sociales rutinarias (Giddens, 2013).

Desde esta perspectiva el Norte de Portugal contienen tesoros no siempre visibles al interesado arquitecto que visita la zona. Un ejemplo notable de este patrimonio lo representa la casa señorial de “A Quinta de Cabanas”.

Un espacio de libertad en la época de Salazar donde un importante, pero casi olvidado poeta portugués, Pedro Homem de Mello, encontró su refugio. Vivió la mayor parte de su vida en Afife en su residencia del Convento de Cabanas, que fue su refugio y lugar de inspiración para escribir. Situado en una ladera de la margen derecha del río Afife, este convento forma parte de la Quinta de Cabanas y consta de una iglesia con torre campanario, presbiterio y dependencias conventuales.

El convento fue construido en 570, por S. Martinho de Dume y en 746 destruido por los árabes, siendo reconstruido posteriormente. Siglos después el conjunto conventual fue reformulado a principios del siglo XVII, en una serie de obras que le dio el aspecto actual.

Ya en 1834, con la extinción de las Órdenes Religiosas, el convento y los bienes circundantes pasaron al Tesoro Nacional, siendo vendidos en marzo de ese año en pública subasta al General Luís do Rego, Vizconde de Geraz do Lima; a partir de entonces el convento pasaría a tener varios propietarios. En el siglo XX, el Convento de São João de Cabanas se hizo conocido por ser el lugar de vacaciones del poeta Pedro Homem de Mello.

Este monumento fue clasificado por IPPAR (Instituto Português do Patrimónioo Arquitetónico) ya extinto, en 1997, como Bien de Interés Público.

REFERENCIAS

Giddens, A. (2013). The consequences of modernity. Hoboken.

Pedro Homen de Mello: Poeta do ‘Povo que lavas no rio’! (2022, Mayo 2). In Minho Digital. Retrieved from https://www.minhodigital.com/news/pedro-homem-de-mello-poeta.

Mònica Alcindor, arquitecta. Corresponsal del COAC a Viana de Castelo, Portugal. Mayo 2022