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Ars Aevi, la colección oculta de Sarajevo
Sarajevo es una ciudad especial. Es especial por su contexto histórico, frontera permanente entre el este y el oeste. Es especial por su contexto cultural, una mezcla de culturas y etnias resultado de su historia. Es especial por su contexto político, capital de un estado fragmentado, con un gobierno tripartito y presidencia rotatoria que ha devenido paradigma de la inoperancia política. Es especial por su contexto económico, capital de un país donde la crisis económica no es una crisis, sino su estado habitual. Es especial por su gente, ciudadanos que con todos estos contrastes siempre miran hacia el futuro, con optimismo y creatividad.
Por lo tanto, es normal que sea una ciudad especial también en el plano artístico. Sarajevo, es una de las ciudades europeas que aloja discretamente una de las mejores colecciones de arte contemporáneo del sudeste europeo, y como casi todas las capitales europeas, dispone de un museo de arte contemporáneo firmado por un arquitecto de renombre.
¡Pero, en la Sarajevo de los contrastes y de las situaciones más inverosímiles, las cosas no podían ser tan sencillas! Se trata de una colección oculta, exhibida en un museo inexistente.
El Museo de Arte Contemporáneo de Sarajevo y la colección de arte Ars Aevi (www.arsaevi.org) nacieron a raíz de la iniciativa de una serie de intelectuales de la ciudad que impulsaron el proyecto durante y después del asedio que la ciudad sufrió durante la guerra de Bosnia y Herzegovina. La idea generadora era muy inteligente y poética: construir una colección de arte contemporáneo durante una guerra, dar valor a la creación ante la destrucción, no añorar el pasado, ni llorar el presente, sino mirar el futuro con esperanza, y aprovechar la relevancia mediática de la ciudad en ese momento para conseguir hacer realidad el proyecto. La ciudad necesitaba un proyecto que transportara a su gente más allá de la devastación inmediata de la guerra, y mostrara que había luz en un futuro todavía lleno de incertidumbre.
El proyecto rápidamente obtuvo el apoyo necesario de las instituciones municipales, estatales e internacionales. Artistas locales y de todo el mundo fueron invitados a contribuir con sus obras crear una colección que sería la semilla del nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Sarajevo. La respuesta fue un éxito. El primer artista que dio una obra suya en la incipiente colección fue Michelangelo Pistoletto, al que siguieron otros artistas de renombre como Anish Kapoor, Juan Muñoz, Jannis Kounellis, Bizhan Bassjri, Joseph Beuys, Daniel Buren, Ilia Kabakov, Bill Viola, Braco Dimitrijevic, Nebojsa sérica Shobo, entre otros, que aportaron a la colección sus obras, unas 130 a día de hoy, muchas de ellas donaciones de los propios autores o de otros centros de arte contemporáneo de todo el mundo.
El proyecto, liderado con entusiasmo por Enver Hadžiomerspahić fue ampliando la colección, y esta viajó y fue exhibida en diferentes ciudades europeas. En 1994 se inauguró la exhibición en el Centro de Arte contemporáneo "Spazzio Urbano" en Milán. Posteriormente la colección fue exhibida en Prato (1996), Ljubljana (1996), Venecia (1997), Viena (1999), Bolognano (2003), Estambul (2007), o Podgorica (2012), entre otras ciudades.
Una parte importante del proyecto fue el complejo arquitectónico que debía acoger la colección que serviría como revulsivo para el futuro desarrollo del Museo de Arte Contemporáneo de Sarajevo. El proyecto arquitectónico fue firmado y dado a la ciudad, por el arquitecto italiano Renzo Piano en 1992. El proyecto constaba de una pasarela peatonal sobre el río Miljacka (único elemento construido), el edificio del museo y la 'arrengament los espacios urbanos contiguos.
El nuevo complejo estaría situado a continuación del edificio del antiguo Museo de la Revolución (hoy en día Museo de Historia), un magnífico ejemplo de la arquitectura moderna de la ciudad. El proyecto completo del Museo de Arte Contemporáneo de Sarajevo, fue presentado en la Bienal de Venecia de 2013, junto con la exposición "Ars Aevi in Progress" en el museo Pecci de Prato.
Es innegable que la historia de Ars Aevi tiene un punto de surrealismo y optimismo únicos. ¡Seguramente es uno de los pocos casos en el mundo donde la solidaridad internacional, con una sociedad que ha sufrido el asedio y la guerra, se canalizó a través del arte, convirtiendo el arte en un bien de primera necesidad! ¡Un magnífico homenaje al arte!
¿Pero, es el arte realmente un bien de primera necesidad? ¿Es merecedor de grandes inversiones públicas, por delante de otras necesidades básicas, que aún hoy en día, carecen en la ciudad de Sarajevo? No tengo la respuesta, pero el hecho es que, a día de hoy, 25 años después del inicio del proyecto, la colección Ars Aevi sigue sin estar exhibida en el Museo de Arte Contemporáneo de Sarajevo, que sigue sin estar construido. Por falta de medios y voluntad política la colección se encuentra depositada hoy en un íntimo sótano en el antiguo centro deportivo Skenderija, la mayor parte del tiempo inaccesible al público.
Hace unos años, justamente en ese momento de efervescencia previa a la Biennale de Venecia de 2013, se me brindó la oportunidad de visitar la colección a su depósito, de la mano de Senka Ibrisimbegovic, profesora en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sarajevo, y miembro del equipo organizador de la exposición de Bosnia y Herzegovina en la Biennale.
En el depósito se accede por una puerta discreta, desde la plaza de Skenderija, un gran espacio urbano franqueado por edificios brutalistes de hormigón visto, remanentes arquitectónicos de la época socialista de la ex-Yugoslavia. La plaza es grande, los edificios son imponentes, la puerta es demasiado pequeña. Es una puerta oculta como la colección. Pero era normal, estaba accediendo, casi de forma "clandestina", a un depósito de arte cerrado, y no a un museo. Una vez dentro, me sorprendió, la atmósfera era cálida, el espacio lo definían el hormigón y los tableros de madera de virutas orientadas, no era un espacio ni grande ni pequeño, era de escala humana. Hace unos años el depósito fue adaptado para poder albergar y exhibir de forma provisional la colección. Una intervención discreta, pero muy acertada, firmada por el arquitecto local Amir Vuk. Un espacio, hoy en día cerrado al público por falta de medios económicos para su mantenimiento.
Como todo lo que rodea esta colección, la exposición provisional también es especial. Las obras de arte se encuentran dentro de las mismas cajas de transporte, sobre los palets de madera o dentro de cajas medio abiertas. La "figura colgada" de Juan Muñoz, seguramente que, por el hecho de exponerse colgada, ha disfrutado de más suerte y nos recibe con más presencia. Tuve la sensación de haber entrado en un lugar donde no había de poder entrar, a medio camino entre un depósito de arte y un museo cerrado. Grandes obras de arte medio almacenadas, medio expuestas, esperando un futuro museo para ser exhibidas en todo su esplendor. Caminando en la penumbra entre cajas y cajas de obras de arte que a excepción de ocasiones puntuales no han llegado a ver la luz pública. En un momento dado, junto a una de las cajas, mi guía improvisada paró y mostrando una caja de madera dijo: "aquí tenemos la Anish Kapoor". Y con un gesto rápido abrió la tapa de la caja, y efectivamente dentro se podía ver el azul profundo de su obra sin título, de 1996.
Desde entonces, muchas asociaciones de artistas, arquitectos y la sociedad civil en general reclamaron y protestar exigiendo la reactivación del proyecto del Museo de Arte Contemporáneo de Sarajevo, para que de una vez por todas pueda acoger la colección Ars Aevi. Pero, el contexto social, económico y político en el país, lamentablemente, no prioriza esta inversión. Más grave aún, la colección ya hace tiempo que no se puede visitar, no está abierta al público ni en tan sólo en su depósito provisional, que va camino de convertirse en su cementerio definitivo. De momento queda oculta dentro de su semi-sótano, mientras que la cota cero del mismo complejo, se expanden nuevas zonas comerciales. Hay una efervescencia de inversión privada, comercio y ocio en la cota calle, completamente ajena al tesoro que descansa bajo la plaza en vías del olvido.
Una colección oculta, que queda a la espera de ser exhibida y compartida de la mano de una arquitectura que no acaba de llegar, dentro de un contexto social, político y cultural complejo, y que corre el riesgo de convertirse -se en una colección olvidada.
Relja Ferusic Manusev, Arquitecto. Corresponsal del COAC en Sarajevo, Bosnia Herzegovina