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Joan Antoni Solans

Joan Antoni Solans, in memoriam

Imatge: 
Joan Antoni Solans
El dramático, repentino e imprevisto traspaso del compañero arquitecto Joan Antoni Solans Huguet nos ha dejado un poco huérfanos. Por supuesto a los urbanistas y arquitectos municipales de toda Cataluña, pero también a la profesión arquitectónica en general e, incluso, me atrevería a decir, al resto de profesionales de nuestro país. Los urbanistas y arquitectos municipales perdemos un referente importantísimo, no sólo teórico, sino sobre todo práctico. Llàtzer Moix y Maria Sisternes han glosado de urgencia magníficamente su figura. En efecto, resulta muy evidente que no se podrá explicar el urbanismo de nuestra casa desde 1970 al 2000 sin la gigantesca figura de Solans, ya que su huella, su sombra, se prolonga hasta hoy. Fruto de circunstancias irrepetibles y de coincidencias extraordinarias, su personalidad se nutre también de unas cualidades personales y profesionales fuera de lo común.

El PGM, la DGU y el Incasòl fueron sin duda algunos de sus hitos. Pero, sobre todo, suya es la creación de una Administración Urbanística catalana, hecha desde la nada, algo que fue después replicado en otros lugares. Y eso sí que es una estructura de Estado.

Nuestro maestro común, Manuel Ribas Piera, que era licenciado en derecho, destacaba de él como se ha recordado, su creatividad y brillantez. Dotado de una erudición enciclopédica, añado aun así como cualidad destacada su profesionalidad. La profesionalidad entendida como una virtud democrática y que se fundamenta desde Hipócrates en un compromiso con el saber práctico y con la ética pública.

Cuando presidí la Unión Profesional española instituimos unos premios para reconocer las cuarenta profesiones conjuntamente, la profesionalidad de algunas trayectorias ejemplares. Los arquitectos de todo el estado, reconocimos a Joan Antoni Solans, que a pesar de aceptar el premio de buen grado, no quiso recogerlo personalmente debido a los acontecimientos sobrevenidos en octubre del año 2017. 

Forzando un poco el lenguaje, casi podríamos decir, de hecho, que Joan Antoni Solans mismo fue la imagen de una estructura de Estado. Pues un Estado es, básicamente, una apuesta de Derecho Público, un compromiso que él mantuvo siempre y en todo lugar. Un Estado, como también lo diríamos de una Ciudad, tiene que ser sobre todo una apuesta moral, no solo estética. No es nada extraño, pues, que tuviera a menudo choques y desencuentros. Justamente las estructuras de Estado son así, molestas y rígidas, poco acomodaticias, pero por este mismo motivo conforman los países. Una lección de valor incalculable y raro que quizás podríamos preservar del olvido. Porque el nuestro es un país que siempre añora liderazgos y estructuras, pero que, cuando los tiene, a menudo no los valora bastante, más bien los ningunea. 

La última vez que lo vi, para entregarle el premio en manos, estaba escribiendo sus memorias y me comentó alguna que otra anécdota jugosa. Gracias a los americanos, me dijo con una sonrisa, que rompieron el puzzle, no fui Ministro de Fomento en 1996. Sí que lo fue, de Industria, Josep Piqué. Aun así estoy seguro de que hubiera sido un Ministro de Fomento extraordinario. Y quien sabe, quizás ahora, tendríamos el corredor mediterráneo más avanzado.

Descanse en paz Joan Antoni Solans.
Su trayectoria representa un gran honor para la profesión de los arquitectos.

 
 

Jordi Ludevid i Anglada, arquitecto,
miembro del AAUC,
fue Decano del COAC, Presidente del CSCAE
y de la Unión Profesional española

4/09/2019
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