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Muere el arquitecto Albert Viaplana

Imatge: 
© Francesc Català-Roca
Escrito de Ricard Mercadé con motivo de la muerte de Albert Viaplana:

Nos ha llegado la triste noticia de la muerte de Albert Viaplana, un excepcional arquitecto y profesor extraordinario con el que tuve el privilegio de mantener una estrecha relación personal y profesional durante casi 20 años.

El COAC me pide unas palabras de reconocimiento de uno de los arquitectos catalanes más influyentes de las últimas generaciones.

Su influencia comienza con su vertiente de maestro, era un profesor genial, inclasificable... tuve el privilegio de tener Albert como profesor de proyectos de 3º a finales de los años 70. Te hablaba de la arquitectura como nadie lo había hecho antes, lo hacía desde la emoción más que desde el intelecto (la diferencia entre un arquitecto y un crítico). Te quería revelar la magia que se esconde en la arquitectura.

Eran los años del inicio de la democracia, los años de los concursos, no se construía prácticamente y los concursos se convirtieron en el laboratorio de las ideas, sin cliente, los proyectos se planteaban en total libertad y radicalidad. En su despacho hacían un concurso tras otro con una energía obsesiva y abrumadora, lo necesitaba "como un atleta necesita sus entrenamientos", solía decir.

Esa época fue muy fértil y dio extraordinarios proyectos: la sede del COAC en Valencia, en Barcelona, la Diputación de Huesca... casi siempre segundos premios. Esta horrible posición tan frustrante, que reconoce al proyecto más brillante, pero a la vez tiene miedo de su radicalidad para construirlo.

Así, proyectos deslumbrantes, a pesar de no salir del papel, tuvieron una influencia decisiva en el ámbito arquitectónico de todo el estado. Se creó un "estilo" Viaplana-Piñón en los concursos. Se intentaba imitar la concepción arquitectónica y, sobre todo, el grafismo, esto último mucho más fácil.

Uno de estos concursos fue el Parc de l’Escorxador de Barcelona. Recuerdo como si fuera hoy el impacto que me provocó como estudiante su explicación de este proyecto. Era una propuesta de espacio urbano diferente a todo lo anterior. Estaba concebida desde la abstracción más absoluta, tenía que ver más con el "land art" que con la arquitectura. Después vino el concurso de Murcia, otro planteamiento radical de un espacio público.

Abrió esta puerta: la de entender el espacio urbano desde la modernidad, desaparecieron los ejes y las zonificaciones propios de un trazado neoclásico.

Toda esta innovación terminó cristalizando el proyecto de la Plaça de l’Estació de Sants, que creó una auténtica conmoción en el panorama arquitectónico internacional. Fue imitado hasta la saciedad, a menudo de una manera desafortunada y abrió, todos lo recordaréis, la polémica de las plazas duras.

"La gente no entiende que debajo hay una estación", solía decir para justificar la falta de arbolado... él que tanto amaba los árboles y la naturaleza. Pese a la polémica, esta obra les situó en el panorama en el momento adecuado, se estaba empezando a transformar Barcelona y llegaban los primeros encargos.

La complicidad entre profesor y alumno se convirtió en una relación profesional fructífera y de larga duración; a partir del año 84 tuve la oportunidad de entrar a colaborar en su despacho con el privilegio de coincidir en el mejor momento de la ciudad, contribuyendo en su transformación realizando algunos de los edificios más singulares de la época olímpica. Fue una época vertiginosa y estimulante.

El despacho era pequeño y los proyectos muy grandes. Trabajar codo a codo propició una estrecha relación. Cuánto trabajo, cuantas noches... Simultáneamente con los concursos que nunca abandonamos.

Albert nos enseñó a pensar "en grande" con la necesidad de una idea generadora como motor del proyecto.

Esto, en un contexto arquitectónico que menudo ha priorizado el detalle por encima del concepto, era revolucionario y lo hacía singular, una "rara-avis", siempre alejado de las capillas, que siempre le han considerado polémico y algo excéntrico.

Esta concepción de la arquitectura cristalizó en obras excepcionales:
• El CCCB, un extraordinario ejemplo de intervención sobre un edificio antiguo.
• La pasarela del Port Vell, maravillosa integración del gesto dentro de una compleja obra de ingeniería, las viviendas de la Vila Olímpica, el Hotel Hilton en la Avinguda Diagonal y tantos otros que se han convertido en un extraordinario referente arquitectónico de su tiempo.

Sólo su especial carácter y su voluntario aislamiento de lo mediático puede explicar el poco reconocimiento y un cierto olvido de su figura en los últimos años.

Estoy seguro de que el tiempo hará justicia a su gran legado arquitectónico y académico.

Gracias Albert.

Ricard Mercadé
20/05/2014
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