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Muere el arquitecto Moisés Gallego a los 73 años
Imatge:
© Esther Brosa
El arquitecto Moisés Gallego Olmos murió la tarde del martes 1 de septiembre de 2020.
La noticia ha entristecido profundamente a los arquitectos de varias generaciones. Moisés Gallego ha sido un referente en el campo de la arquitectura, la docencia y también por su implicación con la cultura. Nos ha dejado un buen arquitecto.
Nuestra amistad comenzó hace unos cuarenta años cuando, junto con otros arquitectos, Albert Viaplana nos invitó a formar parte de lo que sería su cátedra de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Éramos diez: Moisés Gallego, Enric Miralles, Josep Mª Gil, Josep Mª Torres, Arcadi Pla, Alberto Noguerol, Marcià Codinachs, José Luis Burillo y Joan Arias Roig. Once contando con Albert, como un equipo de fútbol, como él nos comentó.
Se trataba de una apuesta por una nueva forma de hacer las clases de proyectos, con gente muy joven (incluso algunos no habían terminado el proyecto final de carrera) y con una gran pasión por la arquitectura.
Este hecho fue determinante para todos nosotros y marcó el inicio de una experiencia innovadora y única en la enseñanza de la arquitectura.
Moisés, al principio un poco reservado o tímido, pronto mostró una gran capacidad para proponer, para hacer y también para conseguir resultados. Hay que pensar en la tenacidad necesaria para hacer la carrera de aparejador y después la de arquitecto, aunque trabajando por las tardes en despachos profesionales o en un pequeño ayuntamiento para poder pagarse los estudios y al mismo tiempo sacar adelante una familia con Ana y los hijos Alex y Sergi.
Puede que por este rodaje apreciamos desde el principio su capacidad resolutiva, que iba ligada a una visión perspicaz del núcleo de los problemas, de cómo afrontar las actuaciones, y lo decía con claridad:: “Aquí lo que pasa es esto, esto y esto..., lo que hay que hacer es...”. Esta característica la conservó siempre en todos los ámbitos.
Su implicación con la docencia se afianzó durante la realización del Doctorado, ganó capacidad de síntesis y de exposición de sus argumentos. Esto conducía a largas y controvertidas discusiones con él. A la jubilación de Albert Viaplana, Moisés tomó el rol de jefe de la cátedra hasta su jubilación en 2017.
En las reuniones que teníamos antes de las clases, Moisés defendía una enseñanza que pusiera el acento en la relación con el lugar y su mejora, la calidad de los espacios, la adecuación a su uso, la claridad de la propuesta, la coherencia de la estructura, la economía de medios... dejando al margen lo que en ese momento se llamaba "arquitectura de revista".
En las clases, que algunos años hicimos juntos, resultaba sorprendente la manera de descolocar a los alumnos (que tenían unos veinte años), como por ejemplo al principio de curso: “Vamos a hablar de arquitectura...”, expectación pensando que hablaría de grandes arquitectos, “a ver, ¿cuánto pesa un metro cubico de madera? ¿y de tierra?”, o en otra ocasión dibujando en silencio el perfil de una montaña, un valle con el pueblo, y preguntando a continuación a cada alumno dónde situaría una casa, marcando en el dibujo las respuestas de todos los alumnos para al final hacer una lectura del significado de cada lugar que habían elegido.
Con todo ello, el análisis de los proyectos en las clases de taller, las teóricas y la empatía con los alumnos, Moisés ha tenido una influencia muy importante en el desarrollo profesional de diferentes generaciones de arquitectos, además de haberse ganado su amistad y respeto.
Su implicación en la docencia era muy fuerte, además de en la Escuela de Arquitectura, también dio clases de arquitectura interior unos años en la Escuela Elisava y en verano cursos en la escuela de Arquitectura de Venecia a Urbino.
Paralelamente, formó parte del equipo de redacción de la revista "Cuadernos de arquitectura y urbanismo". Su participación junto con Oriol Bohigas y Josep Quetglas, entre otros, significó un soplo de aire fresco en las revistas de arquitectura. También fue socio fundador de la asociación AxA, Arquitectos por la Arquitectura, y presidente del Jurado de los Premios FAD en la edición de 2016.
Pero esto no puede dejar de lado su actividad como arquitecto.
En los primeros años de profesión, comienzos de los años 80, formando equipo con otros arquitectos ganó dos concursos: el proyecto del Parc de l’Escorxador en Barcelona y el proyecto de la Sede del Colegio de Aparejadores de Lleida. Concursos importantes para unos arquitectos jóvenes y que fueron el inicio de su carrera profesional, especialmente en obra pública.
Al mismo tiempo, en la vida personal inició un nuevo camino con Esther Brosa, arquitecta. Su compañera hasta los últimos momentos.
Los proyectos que realizaron, primero con su socio Franc Fernández y posteriormente en su propio estudio, tienen la huella de su personalidad. La dedicación y generosidad que tenía en la docencia también la podemos ver en los edificios que proyectó: son claros, se está bien, se construyen de una manera racional, son económicos, no pasan de moda, se colocan en el lugar, mejorándolo, sin estridencias...
Edificios como la Escola La Palmera en Barcelona, las piscinas Picornell, la sede del Colegio de Aparejadores de Lleida, la plaza de la Constitución en Lleida, el Pabellón Municipal Nova Icaria, la escuela, Instituto y Espacio deportivo en Montgat, las Piscinas Municipales de Tàrrega, el Complejo deportivo Municipal Can Arimon en Mollet, las Bibliotecas de Can Fabra y Can Saladrigas en Barcelona, la Municipal de Masnou, la del distrito IV en Terrassa, entre otros. Todos ellos ejemplos de su arquitectura.
Estos últimos años, Moisés había invertido su energía en la escritura, primero recopilando las clases generales que había dado (Apuntes de clases de proyectos I, II III), por último, la historia de la Cátedra en la Escuela de Arquitectura de Barcelona a la que dedicó mucho entusiasmo y que actualmente está en imprenta.
Moisés, amigo, en todos estos años en los que hemos compartido clases, trabajos, viajes, fiestas, has sido vital, generoso, inspirador, amigo de la broma; terco y molesto, siempre buscando el sentido de las cosas. Te echaremos de menos.
Joan Arias Roig
Podéis leer también "Moisés Gallego in memoriam", por Enrique Granell
La noticia ha entristecido profundamente a los arquitectos de varias generaciones. Moisés Gallego ha sido un referente en el campo de la arquitectura, la docencia y también por su implicación con la cultura. Nos ha dejado un buen arquitecto.
Nuestra amistad comenzó hace unos cuarenta años cuando, junto con otros arquitectos, Albert Viaplana nos invitó a formar parte de lo que sería su cátedra de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Éramos diez: Moisés Gallego, Enric Miralles, Josep Mª Gil, Josep Mª Torres, Arcadi Pla, Alberto Noguerol, Marcià Codinachs, José Luis Burillo y Joan Arias Roig. Once contando con Albert, como un equipo de fútbol, como él nos comentó.
Se trataba de una apuesta por una nueva forma de hacer las clases de proyectos, con gente muy joven (incluso algunos no habían terminado el proyecto final de carrera) y con una gran pasión por la arquitectura.
Este hecho fue determinante para todos nosotros y marcó el inicio de una experiencia innovadora y única en la enseñanza de la arquitectura.
Moisés, al principio un poco reservado o tímido, pronto mostró una gran capacidad para proponer, para hacer y también para conseguir resultados. Hay que pensar en la tenacidad necesaria para hacer la carrera de aparejador y después la de arquitecto, aunque trabajando por las tardes en despachos profesionales o en un pequeño ayuntamiento para poder pagarse los estudios y al mismo tiempo sacar adelante una familia con Ana y los hijos Alex y Sergi.
Puede que por este rodaje apreciamos desde el principio su capacidad resolutiva, que iba ligada a una visión perspicaz del núcleo de los problemas, de cómo afrontar las actuaciones, y lo decía con claridad:: “Aquí lo que pasa es esto, esto y esto..., lo que hay que hacer es...”. Esta característica la conservó siempre en todos los ámbitos.
Su implicación con la docencia se afianzó durante la realización del Doctorado, ganó capacidad de síntesis y de exposición de sus argumentos. Esto conducía a largas y controvertidas discusiones con él. A la jubilación de Albert Viaplana, Moisés tomó el rol de jefe de la cátedra hasta su jubilación en 2017.
En las reuniones que teníamos antes de las clases, Moisés defendía una enseñanza que pusiera el acento en la relación con el lugar y su mejora, la calidad de los espacios, la adecuación a su uso, la claridad de la propuesta, la coherencia de la estructura, la economía de medios... dejando al margen lo que en ese momento se llamaba "arquitectura de revista".
En las clases, que algunos años hicimos juntos, resultaba sorprendente la manera de descolocar a los alumnos (que tenían unos veinte años), como por ejemplo al principio de curso: “Vamos a hablar de arquitectura...”, expectación pensando que hablaría de grandes arquitectos, “a ver, ¿cuánto pesa un metro cubico de madera? ¿y de tierra?”, o en otra ocasión dibujando en silencio el perfil de una montaña, un valle con el pueblo, y preguntando a continuación a cada alumno dónde situaría una casa, marcando en el dibujo las respuestas de todos los alumnos para al final hacer una lectura del significado de cada lugar que habían elegido.
Con todo ello, el análisis de los proyectos en las clases de taller, las teóricas y la empatía con los alumnos, Moisés ha tenido una influencia muy importante en el desarrollo profesional de diferentes generaciones de arquitectos, además de haberse ganado su amistad y respeto.
Su implicación en la docencia era muy fuerte, además de en la Escuela de Arquitectura, también dio clases de arquitectura interior unos años en la Escuela Elisava y en verano cursos en la escuela de Arquitectura de Venecia a Urbino.
Paralelamente, formó parte del equipo de redacción de la revista "Cuadernos de arquitectura y urbanismo". Su participación junto con Oriol Bohigas y Josep Quetglas, entre otros, significó un soplo de aire fresco en las revistas de arquitectura. También fue socio fundador de la asociación AxA, Arquitectos por la Arquitectura, y presidente del Jurado de los Premios FAD en la edición de 2016.
Pero esto no puede dejar de lado su actividad como arquitecto.
En los primeros años de profesión, comienzos de los años 80, formando equipo con otros arquitectos ganó dos concursos: el proyecto del Parc de l’Escorxador en Barcelona y el proyecto de la Sede del Colegio de Aparejadores de Lleida. Concursos importantes para unos arquitectos jóvenes y que fueron el inicio de su carrera profesional, especialmente en obra pública.
Al mismo tiempo, en la vida personal inició un nuevo camino con Esther Brosa, arquitecta. Su compañera hasta los últimos momentos.
Los proyectos que realizaron, primero con su socio Franc Fernández y posteriormente en su propio estudio, tienen la huella de su personalidad. La dedicación y generosidad que tenía en la docencia también la podemos ver en los edificios que proyectó: son claros, se está bien, se construyen de una manera racional, son económicos, no pasan de moda, se colocan en el lugar, mejorándolo, sin estridencias...
Edificios como la Escola La Palmera en Barcelona, las piscinas Picornell, la sede del Colegio de Aparejadores de Lleida, la plaza de la Constitución en Lleida, el Pabellón Municipal Nova Icaria, la escuela, Instituto y Espacio deportivo en Montgat, las Piscinas Municipales de Tàrrega, el Complejo deportivo Municipal Can Arimon en Mollet, las Bibliotecas de Can Fabra y Can Saladrigas en Barcelona, la Municipal de Masnou, la del distrito IV en Terrassa, entre otros. Todos ellos ejemplos de su arquitectura.
Estos últimos años, Moisés había invertido su energía en la escritura, primero recopilando las clases generales que había dado (Apuntes de clases de proyectos I, II III), por último, la historia de la Cátedra en la Escuela de Arquitectura de Barcelona a la que dedicó mucho entusiasmo y que actualmente está en imprenta.
Moisés, amigo, en todos estos años en los que hemos compartido clases, trabajos, viajes, fiestas, has sido vital, generoso, inspirador, amigo de la broma; terco y molesto, siempre buscando el sentido de las cosas. Te echaremos de menos.
Joan Arias Roig
Podéis leer también "Moisés Gallego in memoriam", por Enrique Granell
7/09/2020